miércoles, 9 de agosto de 2017

EL DESAFIO DE LA COMPETITIVIDAD

Ser competitivos no es solamente un ideal empresario. Es también el desafío que el propio mercado impone sobre las organizaciones. Equivale a mantenerse en el negocio. Es la regla con la que el entorno nos mantiene a raya con las preferencias de nuestros clientes, aquellos que votan por nuestro desempeño a través de sus compras. Para ser competitivos hace falta ofrecer un producto o servicio adecuado pero también sostener esa oferta en el tiempo a través de una estructura que pueda mantenerse y evolucionar. La existencia de un sistema de liderazgo es vital porque el rol de los líderes tiene que ver justamente con la construcción de esas estructuras. Talento directivo y talento técnico tienen que combinarse en las dosis adecuadas.
Hay empresas que sobreviven solamente porque el sector es muy bueno. La marea alta cubre las imperfecciones del suelo. Otras en cambio destacan en medio de una coyuntura adversa. La diferencia entre ambos tipos de empresas tiene que ver con ciertas particularidades que en el ámbito de los negocios se conocen como ventajas competitivas, originadas en ciertas fortalezas de las que otras organizaciones carecen y difícilmente puedan obtener, una formula secreta como Coca Cola, una tradición familiar como Patek Philippe, un recurso exclusivo como el Llao Llao.
Las ventajas competitivas no son tales sino se dirigen al público adecuado o si las personas que componen la empresa no acompañan. Para ser competitivos se requiere consistencia estratégica, es decir mercado, dirección y organización en sintonía.
El problema es que muchos confunden competitividad con eficiencia, y eficiencia con productividad. Son empresas que subrayan principalmente el papel de los costos, que buscan que los recursos rindan al máximo, sin preguntarse si son los recursos más adecuados o si la función de producción representa la ecuación de valor esperada del otro lado del mostrador. La eficiencia en cambio es lograr los mejores resultados posibles. Por más productiva, no necesariamente una organización será más eficiente que otra, no si mientras aquella que es menos productiva ha conseguido el mejor resultado que puede alcanzar, la más productiva todavía es capaz de generar mayores resultados sin conseguirlos. Bien lo saben los atletas profesionales que el principal rival es uno mismo.
Por supuesto que hay que buscar la productividad, claro que hay que perseguir la eficiencia. Pero el propósito principal debe ser siempre la competitividad, no solamente como un estándar de supervivencia, sino para lograr un desempeño mayor, que demuestre constantemente nuestra ventaja. ¿Aceptas el desafío?


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